Blogia
contra-diccion

no es la ciudad, no es la desilusión

Cuando voy caminando por la calle y me encuentro con alguien que conozco se me hace imposible entablar una conversación más o menos decente. El que me agarren desprevenida hace que no esté realmente en el lugar en donde me encuentro. Mi cuerpo está pero mi mente no, y por más esfuerzos que haga necesito al menos 10 minutos para focalizar a la persona. Aunque puede parecer un excusa de mi incapacidad para relacionarme y mi falta de simpatía, no es el caso. En esta situación particular ya están consideradas ambas características. El fenómeno se debe a que cuando camino alcanzo un grado de abstracción muy por encima del normal. Y no sé si le pasa a todos o solo a mi. Aunque, en general, noto que las demás personas no tienen problemas para comunicarse como yo. Será que como en general voy siempre por las mismas calles desarrollé cierta inmunidad hacia el exterior y por más que esté fisicamente pasando por un lugar yo no soy conciente de donde estoy. Será que caminando es un de los poco momentos en lo que logro concentrarme enteramente en un solo pensamiento. Pero bueno... el tema es que hoy me crucé con alguien que me hubiese gustado quedarme hablando pero me fue imposible. Y ahora me arrepiento, veo que vida pasa y yo me quedo parada haciendo absolutamente nada. Siento que todavía estoy ahí donde me lo encontré, sola, pensando un respuesta a algo que me preguntó hace ya dos horas. Y por más que llegue a encontrar la mejor respuesta de todas, él ya se fue, siguió por su lado y puede que hasta ya se haya olvidado que me cruzó, mientras yo sigo acá pensando que podría haber pasado si no fuera por mi incapacidad de relacionarme. Lo peor de todo es que no es la primera vez que me pasa. Perón, lo peor es que no es ni cerca la última vez que me va pasar.

0 comentarios